jueves, 22 de noviembre de 2012

Gastronomía exótica 2


Gastronomía exótica



Cualquier gastrónomo que se precie, está dispuesto a probar todos aquellos productos o platos que se presenten durante un viaje de turismo gatronomico.

De acuerdo a las investigaciones arqueológicas más recientes, los coreanos han comido carne de perro durante miles de años. Y no se trata únicamente de una esporádica alimentación en tiempos de crisis o de carencias nutricionales (como ha ocurrido en infinidad de países del mundo (entre muchos otros Francia, especialmente en la guerra franco-prusiana de 1870 -recuérdese que el ejército alemán sitió la capital francesa y se generó una hambruna generalizada-, cuando fueron sacrificados casi todos los animales del zoológico de Paris, y esa carne fue consumida en los principales restaurantes), en los cuales, en períodos de hambruna colectiva, se ha recurrido a la ingesta de carne canina y gatuna para satisfacer el hambre apremiante, que la mayoría de los habitantes de una población determinada experimentan en un momento dado.

Más no solamente los coreanos son muy aficionados a consumir carne de perro. En una nota de prensa de la Agencia EFE, publicada hace años, leí que en Tailandia se halla muy difundida la costumbre de comer ese tipo de cárnicos, que es considerada una delicia para aquellas gentes. Los canes más flacos son considerados los más sabrosos, a juicio de los carniceros, encargados de preparar los trozos de esa carne, que va a ser vendida a los consumidores.

Hace algunos años se publicó la noticia, en un despacho periodístico de la Agencia Reuters, que crecidos contingentes de chinos de Taiwán (isla llamada Formosa por los portugueses) viajaban a Vietnam a degustar platillos a base de las garras de los osos y de los penes de tigres, ya que consideran que esos manjares a más de sumamente deliciosos son afrodisíacos en extremo. Estos hábitos alimenticios propiciaron una desmedida cacería de osos y tigres, que movió a las agrupaciones de conservacionistas de Taiwán a proteger esas especies de animales.

Si volvemos la mirada al floreciente mundo romano, que era la capital del mundo hace dos mil años, nos enteraremos que los acaudalados patricios y la aristocracia de Roma, con el emperador Vitelio a la cabeza, gustaba comer sesos de pavo real y de faisán, y también se mostraban muy afectos a las lenguas de flamenco y de ruiseñor. Fueron los romanos de hace veinte centurias quienes introdujeron a las Galios (Francia) el gusto por el consumo de la carne de asno (que los romanos aprendieron a degustar de los pueblos sojuzgados del Asia Central), que durante la Edad Media era muy apreciada, especialmente en la cocina del Périgord, reputada como una de las más exquisitas de Francia.

Cabe decir que en la ciudad de Paris tuvo verificativo, el 6 de marzo de 1855, un gran banquete presidido por el naturalista Geofrey Saint-Hilaire, y los refinados comensales que participaron en tan sibarítico ágape degustaron un menú que, de principio a fin, tuvo la carne de caballo por principal ingrediente. Para establecer un atinado maridaje entre guisos y vinos fue seleccionado un vino Gran Cru de Burdeos, de la región de Saint-Emilion.

Años más tarde, durante el sitio militar impuesto por el ejército alemán, en 1870, a la capital francesa, se redujo notablemente la capacidad de avituallamiento de los sitiados. No tardó mucho en que el aterrador fantasma del hambre rondase entre los habitantes de la otrora orgullosa urbe parisiense. El consumo de carne de caballo y de asno se hizo muy común, y al carecerse de estos animales comenzaron a ser vendidas las ratas*Llegó a la mesa la Sopa de chapulín (un insecto que dio su nombre al cerro de Chapultepec, de la capital mexicana, donde estuvo, en los tiempos prehispánicos, la residencia del Tlatoani -el Rey azteca- de los mexicas), aderezada con papa, cebolla, ajo, vino blanco y chapulines molidos, con guarnición de queso panela asado y jitomate cherry, rellenos de queso de cabra y cilantro. La armonización de tan apetitoso platillo fue con el vino Chateau Domecq Tinto.

El guiso principal consistió en un plato (muy bien presentado a la vista) de Caracoles en salsa de chile de árbol con pulque, salteados con ajo, cebolla, epazote y xoconostle. Deglasados con pulque. Servidos con frijoles charros y arroz blanco. Este exótico manjar armonizó muy bien con el mismo vino Chateau Domecq Tinto.

El deleite palatal continuó con el postre: Helado de camote con compota de capulín. Consistió en un helado de camote, servido con una base de amaranto y chocolate, acompañado de una compota de capulín y chilacayote, posteriormente bañado con leche quemada y anís.

  Las “lombretinas” han sido muy aceptadas en concursos nacionales y la especialista adelantó que debido a su éxito piensan en un futuro incluirlas en las dietas infantiles que el gobierno otorga de manera gratuita, o bien agregar la harina de lombriz a la tortilla, un alimento básico para los mexicanos elaborado con harina de maíz. Los investigadores, que hasta pensaron en producir alimentos con cucarachas, afirman que la producción de galletas es sólo el inicio de una gama de alimentos a partir de la lombriz, que podrían ayudar a solucionar el problema de la alimentación entre los núcleos humanos de mayor pobreza.

En la misma nota periodística se menciona que la Agencia Espacial y Aeronáutica de los Estados Unidos de América ( NASA, por sus siglas en inglés), se halla interesada en los insectos para alimentar a sus astronautas, y que en esta tarea juega un papel muy importante Julieta Ramos Elorduy, especialista del Instituto de Biología de la UNAM, quien ha dedicado más de veinte años al estudio de los insectos, y para ello combina recetas de bichos típicos de Asia, África, Europa, Sudamérica y México, para preparar deliciosos y nutritivos platillos.

La investigación sobre los insectos tiene la finalidad de emplear los artrópodos como alimento para los astronautas que pasan largas temporadas en el espacio. Para ello tiene en sus laboratorios una amplia colección de insectos comestibles, con el propósito de utilizarlos en viajes de larga duración para reciclar desechos y abastecer las proteínas que requerirán sus astronautas.

Concluye dicha nota periodística con las siguientes frases: “La especialista mexicana afirma que los insectos contienen muchas proteínas, incluso, más que la carne de vaca o de pollo. Dice que sus ventajas alimenticias radican en la abundancia, y en que sus músculos contienen vitaminas, minerales y hasta 75 por ciento de pura proteína; el triple que la carne de res, de acuerdo al estudio del valor alimenticio de estos bichos. En casi 30 años de investigación, Julieta Ramos Elorduy ha identificado en el mundo mil 681 especies de insectos comestibles, 505 de las cuales son originarias de México. Además ha encontrado en 272 especies de insectos diversas propiedades curativas, como es el caso de ciertas hormigas (polurachis vicina roger), que resultan muy provechosas para combatir la artritis”.


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